¿Qué más le pedirías a un vino blanco? Pues a éste le puedes pedir más porque detrás de una apariencia sencilla, rápidamente descubre muy buenas hechuras. Fresco, fácil de beber y elegante, no avasalla, al contrario despliega un fino equilibrado entre franqueza y complejidad.
Su frescura y complejidad, su estructura y ligereza, lo dotan de un más que amplio potencial de maridaje.
