A Bárbara Palacios esto del vino le viene en el ADN, pero si además de haberlo mamado desde la infancia, se forma primero en el Medoc (Burdeos, Francia), y luego recorre el mundo trabajando para bodegas en Nueva Zelanda, California y Argentina, cuando vuelve a La Rioja y vuelca todo ese capital acumulado, obtiene un vino como Barbarot, resultado de su amor por su tierra pero vista desde la objetividad y la sabiduría adquirida.