Porque este vino procedente de una finca singular, enmarcada en una zona que pronto se convertirá en Reserva de la Biosfera, tiene la elegancia del clasicismo mejor entendido y al mismo tiempo es un embajador fiel y leal a su variedad y a su origen.

El mimo con el que la Bodega Pago de Vega Tolosa cuida estas cepas plantadas en 1950 y cultivadas en ecológico, se ve reflejado en este vino atemporal, clásico y al mismo tiempo marcadamente moderno.