El Villota Garnacha es uno de los -hasta ahora- tres vinos monovarietales que elabora Villota, basándose en un criterio parcelario, como os contábamos en el post que les dedicamos íntegramente.
En el caso de su monovarietal de Garnacha, la uva procede de una parcela muy especial conocida como La Pajera. Se localiza en la terraza alta del meandro del Ebro, sobre suelo calcáreo y poco profundo, y se encuentra rodeada de la ladera agreste del cerro de La Mesa, un coscojar único ¡biotopo natural protegido! El terreno que desciende en suave pendiente favorece racimos bien aireados de esta viña vieja que fue plantada en 1979, por lo que sus plantas han cumplido ya 46 años.
La peculiar ubicación de la parcela, su simbiosis con las plantas y la magia que surge en bodega al elaborar su fruta, tiene como resultado un vino que ya desde la primera vez que lo probamos «in situ» nos lanzó mensajes claros sobre su capacidad de guarda y potencial de evolución.
Esos mensajes son ya una realidad al haber enfrentado la magnífica añada 2021 al reto del tiempo, en dos sesiones a ciegas con nuestro panel profesional de cata, con una diferencia de un año y 8 meses de diferencia entre sí.
Y a continuación os lo contamos:
Villota Garnacha 2021

Catado en octubre 2023
Elegante y sabroso dentro de un carácter potente
En nariz destaca la fruta roja golosa sobre fondo de piedra granítica; hay oscuridad de bosque fresco, de ladera umbría, arbustos, leña y tierra mojada.
En boca se muestra elegante, sabroso, con el punto goloso de la fruta madura, el tanino del cacao y recuerdos cítricos.
El Villota Garnacha 2021 es un vino con mucha personalidad pero al mismo tiempo, equilibrado, con una armonía que transmite placidez. Tiene un gran futuro por delante.
Este vino va a desplegar toda su belleza en la mesa, dada su innegable vocación gastronómica
Catado en mayo 2025
Te permite jugar al presente y al futuro ¿cuál eliges?
En nariz destaca la fruta negra intensa a la que desafía unos profundos balsámicos; la fruta roja de la cereza picota y toques vegetales afloran junto a notas de carbón que le dan un aire boscoso.
La entrada en boca es elegante, con un tanino jugoso que la marca de forma noble. Tiene buen peso frutal al que notas minerales hacen de contrapeso y aportan relieve..
Es un vino de largo recorrido que sabe combinar en su justa medida la intensidad y la ligereza, la tanicidad bien entendida y la frescura, aunando columna vertebral a musculatura..
Conclusión:
En nariz destacamos que la fruta se ha mantenido pero si bien tenía un carácter más goloso en la primera cata, en la segunda se concentra y subraya su perfil boscoso y balsámico añadiendo pinceladas minerales.
En boca subraya su elegancia y confirma el futuro por el que ha comenzado a adentrarse, con gran equilibrio dentro de una muy atractiva complejidad que incorpora el relieve que aportan las notas minerales.
El consumidor puede elegir disfrutarlo en solitario, experimentando todos y cada uno de sus matices en progresión y en su conjunto, o permitirle que subraye y eleve una gran variedad de elaboraciones gastronómicas de primer nivel como los asados de ternera, cordero y cabrito, los mejores cortes de carnes rojas y todo el espectro de la caza, tanto mayor como menor.
Dicho todo lo anterior, no nos queda más que añadir lo que ya expresamos en la nota de mayo de este año:
Es un vino que te permite jugar a presente y a futuro, porque está realmente sabroso ahora mismo, pero no puedes evitar la curiosidad de saber a qué altura podrá llegar con el tiempo. Nuestra recomendación es adquirir más de una botella y disfrutar del camino.
© Mara Funes Rivas – Septiembre 2025
