Hoy os traemos un vino que sorprende porque todavía no estamos acostumbrados en España a vinos blancos con tanto carácter, personalidad y prestancia, y que sin embargo, no renuncian ni a la frescura ni a la fruta.

Destaca su muy conseguido equilibrio entre la fruta, la acidez y la crianza, un potencial de guarda se pierde en el horizonte y una innata versatilidad para adaptarse y realzar lo sencillo y lo complejo: