➡️ En 1889 había más de 100 grandes cosecheros en Cuéllar que anualmente contabilizaban una producción de 230.000 litros de vino
➡️ En Castilla y León hay un paraíso vitícola que no deberíamos dejar perder, los viticultores se hacen mayores y hay verdadero riesgo de que se abandone ese patrimonio vitícola
➡️ Existe un cambio de tendencia hacia lo sencillo en el público joven cansado claramente de la madera
Cuéllar, en la provincia de Segovia, Comunidad de Castilla y León, es una villa medieval con castillo y recinto amurallado, en cuyos campos la vid ha crecido y regalado uva y vino, a locales y forasteros
La tradición vitivinícola de Cuéllar
En el año 1847 era tan grande la explotación de viña que se contaban aparte más de cien grandes cosecheros, y luego, los más pequeños.
Para regular su recogida se nombraron a unos veedores que recorrían los campos para comprobar si la uva estaba en las condiciones de maduración necesarias para poder vendimiar. Asimismo se designaron cinco guardas para que se cumpliera la ley: el vino era uno de los pilares de la economía de la Villa.
En el año 1889 se llegó a cosechar más de 14.596 cántaras de vino (233.536 litros). Tal era el volumen que se prohibió vender vino de la Tierra de Medina y otras zonas hasta que la cosecha del pueblo no fuera consumida
Pero los tiempos cambian, la viticultura deja de ser rentable y las cepas se arrancan o se abandonan.
Mariano Frutos convivió con esas cepas de niño y vio desolado como las azadas y la desidia destruían un patrimonio de siglos. Se juró a sí mismo que volvería a plantar vid en esas tierras y que haría su vino.

La determinación de don Mariano
Qué cosa curiosa tienen vid y vino que injertan un germen en el alma y el corazón de algunas personas, que ya no pueden pensar en otra cosa que en realizar su sueño, plantar cepas y hacer vino.
Mas nada nunca es fácil, y la materialización de los sueños no se regala
La plantación, el primer paso
Mariano regentó durante décadas un negocio de hostelería con historia y solera: el Restaurante San Francisco, fundado en Cuéllar en el año 1882 y que mantiene su actividad a día de hoy. Y no fue precisamente casualidad que también funcionara como almacén de vinos.
Transcurre el año 1996 y Mariano avanza en la consecución de su meta: planta 3,5 hectáreas de viñedo tempranillo en las antiguas parcelas de viñedo de sus antepasados.
Durante los siguientes 8 años, Mariano hace vinificaciones que destina al consumo en su restaurante, sin marca, como vino de la casa.
Las cosas pintan bien y finalmente, lo que podría haber parecido una quimera se convierte en la fundación de la empresa familiar Bodegas de Frutos Marin, y la comercialización de la primera cosecha con el nombre de Malaparte.
El vino lo elaboran en una pequeña bodega donde hoy en día está la bodega actual y viñedos. Corría el año 2004.

Expansión y consolidación del proyecto
Cuando Mariano se propuso la recuperación del viñedo en Cuéllar, se convirtió en pionero en la recuperación de la actividad vitícola en la zona. En 2003 se encuentran con una microbodega y 3,5 ha de viñedo. En los años posteriores plantan otras 2 ha más y firman acuerdos con viticultores.
En el año 2007 se vinifica ya en las nuevas instalaciones de la bodega.
Desde el año 2008 deciden transformar el viñedo en ecológico y ahora mismo todo él esta certificado como tal.
La nueva generación
En la actualidad la bodega está dirigida por Elisa de Frutos, en el área comercial y Rubén Salamanca en el área técnica. Forman un tándem perfecto que hace un seguimiento y control total del vino, desde el viñedo hasta su destino comercial, con una apuesta clara por el respeto al entorno, los ciclos naturales, la calidad y la diferenciación en todo este proceso.
Elisa es la hija de Mariano, quien desgraciadamente falleció hace dos años. Formada y titulada como aparejadora e interiorista, actualmente dirige la cocina del restaurante que durante tantos años regentara su padre, el Restaurante San Francisco, labor que combina con la responsabilidad comercial de la bodega.
Rubén Salamanca es licenciado en Ciencias Empresariales y ha obtenido un título de postgrado en Enología por INEA (Escuela de Ingeniería Agraria y Agroambiental).

Cuidado del viñedo
Trabajan el viñedo siguiendo criterios orgánicos (ecológicos) certificados, en un suelo calcáreo con zonas franco-arenosas (sílice), con cubierta vegetal y ausencia de laboreo en función de las lluvias.
El viñedo disfruta de un microclima específico que marca su ubicación en el páramo castellano en altitud (900 m sobre el nivel del mar), que se caracteriza por fuertes contrastes térmicos entre el día y la noche.
… Cuando caminas por el viñedo, en un segundo, te llevas prendido en la ropa para siempre el perfume de la aventura. El aroma del tomillo, la lavanda, el romero… Olor a campo abierto, a tarde, a caza y a plumas.
Las variedades
Sumando el viñedo propio y el que controlan gracias a acuerdos con viticultores de la zona, elaboran con tempranillo, syrah, garnacha y moscatel de grano menudo, a las que se han incorporado godello, albillo, verdejo…
Rubén nos cuenta:
La tempranillo cuenta con una edad media de unos 30 años, la syrah y la moscatel de grano menudo son las más jóvenes, 6 años.

¿Por qué estas variedades, que tan poco se relacionan con esta zona como la syrah y la moscatel de grano menudo?
La syrah es una variedad de ciclo corto como la tempranillo encajando en su coupage de manera claramente diferenciadora con el resto de vinos de nuestro entorno con los que inicialmente se iba a medir en el mercado.
La moscatel de grano menudo es una variedad ruda, muy aromática que nos ha permitido jugar, aprender mucho con las vinificaciones de vino blanco. Aunque no dejan de ser mínimas producciones.
La más vieja es la garnacha.
Con una edad de 74 años, procede de un pueblo al sur de la provincia de Segovia.
Tiene un rendimiento muy bajo, 2000 kg/Ha, con formación en vaso en suelos arenosos a 800 metros de altitud. Una joya que no podíamos dejar perder
Jaras de olor penetrante en verano, los cantuesos son el adorno inseparable del monte bajo, hierba de San Juan, que inunda el aire con su aroma agreste. El espliego, entre el cantueso y la salvia, de fragancia fuerte y montaraz ¡Cuántos de esos aromas nos encontramos en el vino!

La Nueva Bodega y cómo elaboran
Situada en el margen izquierdo de la carretera que une Cuéllar con el Santuario del Henar y enfrentada con el viñedo, su construcción se llevó a cabo en el año 2007.
Consta de una nave, un único núcleo, en forma de un cubo de hormigón con una arista de luz hacia el interior. Limpio, funcional, tanto en el exterior como en el interior, está dividido en tres sectores: vinificación, envejecimiento y almacenaje–embotellado.
Este año la vendimia la comenzamos a finales de septiembre y terminamos el 12 de octubre. Al llegar la uva a la bodega, siempre pasa por mesa de selección, luego se despalilla y dependiendo del vino va a depósito o barricas abiertas donde inicia la fermentación, que invariablemente se produce con levaduras autóctonas.
Depósitos de acero inoxidable con control térmico y barricas de roble francés y americano, se organizan en las distintas salas facilitando el trabajo y el tránsito por la instalación.

¿Qué lugar ocupa la tecnología en vuestro proceso de elaboración?
Es importante y la utilizamos en la medida de lo posible y deseable, invirtiendo en cosas nuevas y volviendo de vez en cuando al pasado con la elaboración de vinos naranjas, vinificación y crianza en ánforas, etc.
Los vinos
Han pasado de elaborar el primer Malaparte a una cifra de 11-12 vinos diferentes, dependiendo del año.
El clima está cambiando y los vinos son una muestra. En nuestra zona las graduaciones máximas en 1996 rondaban los 13 grados. Hoy en día están en los 14,5- 15.
Los vinos se vinifican por parcelas y los coupages se hacen antes del verano:
✍🏻 Malaparte Espantalobos 2014
Mirando hacia adelante
Desde dónde estáis ¿adónde os dirigís?
Estamos cada vez más enfocados en lo natural y el siguiente paso va ser trabajar en biodinámica en el viñedo. Los nuevos vinos han de asentarse en el mercado y a partir de ahí valorar.
El proyecto ha crecido desde sus comienzos notablemente. Del 2004 al 2010 la bodega únicamene elaboraba un vino: Malaparte tempranillo. Nuestra inquietud y ganas ha hecho que estemos elaborando con muchas variedades diferentes y cada vez de una forma más sana para nosotros y para lo que nos rodea.
¿Y el vino?
En mercados internacionales es evidente que cada vez se bebe más y mejor, el mercado nacional no está tan claro.
Existe un cambio de tendencia hacia lo sencillo en el público joven, cansado claramente de la madera o al que le supone una barrera de entrada ese tanino tan marcado.
¿Cómo veis el vino de Castilla y León en relación a otras zonas vinícolas españolas?
Aquí hay un paraíso vitícola que no deberíamos dejar perder, los viticultores se hacen mayores y hay verdadero riesgo de que se abandone ese patrimonio vitícola

¿Por qué no estáis adscritos a ninguna denominación de origen?
Podríamos estar, de hecho lo estuvimos durante muchos años a Vinos de la Tierra de Castilla y León (IGP). Pero resulta que ese marchamo no nos aporta ventas y sí costes.
Uvas Nómadas
Y una muestra de la inquietud de Elisa y Rubén es el lanzamiento del proyecto de crowdfunding o micromecenazgo Uvas Nómadas. Ellos nos lo cuentan:
Es una aventura muy personal con la que queremos acercarnos a otras variedades de la geografía nacional, elaborándolas en nuestra bodega de Cuéllar. Este año estamos en la 7ª vinificación del proyecto con una Garnacha Tintorera de Valladolid.
Empezamos con una Garnacha de Cebreros (Ávila) en el 2013 y la verdad es que el arranque fue algo complicado, pero a partir del segundo año ha sido un éxito. Hemos trabajado con Tinta de Toro, Mencía ¡hasta hemos hecho un blanco multivarietal con Albillo Mayor, Jerez (Palomino), Huerta del Rey (Malvar) y alguna más!
Los mecenas son cada vez más fieles y van creciendo. Lo bonito también es que de los proyectos que más nos han gustado, seguimos con acuerdos con los viticultores y las uvas, y sus vinos han pasado a formar parte de nuevas referencias en la bodega.

Nos cuesta dejar este bonito e inquieto proyecto, sientes la sensación de que a pesar de la extensión del artículo se han quedado muchas historias en el tintero, así que, no nos va a quedar más remedio que seguir pendientes de Elisa y Rubén y no perdernos ninguno de sus próximos pasos.
© Mara Funes Rivas – Junio 2020