Las variedades autóctonas que han conseguido sobrevivir a arranques y abandonos, atesoran una sabiduría que luego regalan gota a gota.

Así ocurre con este vino de limitadísima producción, menos de 500 botellas, procedente de una parcela de la variedad Embolicaire, de la que quedan muy pocas cepas, muy antiguas.

El buen saber e intuición de Vicente Flors respetando su fruta y su fresca personalidad, nos ha traído este gratísimo descubrimiento del 2019